A veces, aquellos que muestran sus lágrimas, son tratados como si fueran de cristal.
Y a los fuertes, les tiramos piedras, una tras otra. Pensando que no se desgastan. Que no se rompen. Que no se hunden. Que no sangran. Que no les duele. Que no sienten...
Que no viven.
Es injusto que alguien tenga que llorar para que lo traten como al oro más preciado.
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