Camina solitaria por la playa. Es de noche, pero no importa. En la oscuridad se siente protegida.
Sus botas y medias las ha dejado sobre la arena. Y estando descalza, es cuando el agua en la orilla acaricia sus pies.
Suspira, y frunce el ceño, molesta. Enfadada. Harta, aburrida. Triste y sola. Su expresión se relaja y da lugar a un vacío en sus ojos, que ya no brillan.
Su pelo ahora suelto, oculta las lágrimas que han comenzado a caer.
Nadie la vería nunca. Nadie puede ver a una estrella diminuta cuando sale el sol.
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